Infocorp de ayer y de hoy: Gabriel Colla

Gabriel Colla sabe poco de tecnología, según él mismo confiesa, pero eso no le impidió fundar y acompañar por casi 20 años el crecimiento de una de las empresas tecnológicas más grandes de Uruguay, y que hoy es parte de CSI Group, el grupo canadiense Constellation Software Inc. En 1994, con 21 años, junto a su amigo Andrés Rosano (quien luego dejó la empresa) firmó un acuerdo con Microsoft y cofundó Infocorp para dictar clases de Windows, Excel y Word a empresas. La empresa fue mutando hasta convertirse en líder regional en canales digitales para bancos, a través de su producto central IC Banking, una plataforma omnicanal inteligente.  Gabriel se formó en Gerencia y Dirección de Empresas en el IEEM, Universidad de Montevideo y cursó la Licenciatura en Electrónica en la ORT pero sobre todo cursó “el MBA de la vida”.  Hoy reparte su tiempo entre varios proyectos personales y las diferentes spin-off Bankingly, Prisma, ICTecnología, ICVentures (que no son parte de CSI).

P: Hablemos sobre  los inicios de Infocorp ¿Cómo surgió la idea hace 26 años?

G: Lo primero es desmitificar que fue una gran idea y que yo fui un visionario. La realidad es que yo tenía ganas de hacer cosas desde muy chico y esas ganas fueron evolucionando en diferentes formatos. Empecé a trabajar en la empresa de mi hermano armando computadoras y estando ahí conocí a Andrés Rosano. Era alguien un poco mayor que yo, con mucho conocimiento  técnico. En eso apareció Microsoft que  vino a vender Software para las computadoras, para que salieran con Windows y con DOS, y así  empezamos a tener consciencia de lo que era Microsoft. Esto era por el año 92. Microsoft tenía muy pocos años y recién se estaba conociendo en el mundo.  En almuerzos y charlas  de la vida, un día surgió el: “Che, ¿Si nos ponemos hacer algo juntos?¿Qué se nos puede ocurrir?” Y ahí, uno de los empleados de Microsoft que venía a vendernos cosas, nos dijo, “Tá, capaz que tienen que venir a Buenos Aires” pero fue más como tirándonos un centro como para trabajar en Microsoft, no era clara la propuesta. 

Fuimos los dos hasta Buenos Aires, porque nos interesaba a efectos de la empresa,  entender qué software teníamos que comprar, cómo teníamos que instalar, etc. Y estando ahí justo había una reunión para posibles distribuidores de Microsoft en Argentina,  lo que ellos llamaban un programa de Partners. No sabíamos qué era y cuando nos contaron dijimos: “esto capaz que nos puede interesar”. Pero nos pusieron freno diciendo que no sería posible hasta que instalaran una oficina de Microsoft  y que para eso faltaban al menos dos o tres años. El típico “cuando llegue el momento, lo hablamos”.

Así que en los siguientes  meses, cuando éste empleado venía a vender, le comíamos la cabeza diciéndole, “pero capaz que le encontramos la vuelta, capaz que si hacemos este otro formato o si nos dan una representación en Argentina y nosotros somos como una subsidiaria de Argentina…” Esa persistencia, terminó generando sus frutos. Nos dijo “mirá, la verdad que no tengo idea si esto puede ser, vengan a hablar con mi jefe en otra visita a  Argentina y si ahí, él se anima de alguna manera a mover los límites de la corporación, podemos ver de lanzar el programa en Uruguay antes de que exista una oficina”  Aunque nos aclaró que nosotros  recién  estábamos empezando y que no se podrían arriesgar a tener un solo Partner en Uruguay.

Esa primera persona que confió en nosotros fue Eugenio Beaufrand, uno de los primeros empleados de Microsoft en el mundo. Nos escuchó y nos miró como diciendo “estos chicos están locos pero son locos lindos, le vamos a dar una oportunidad” y nos dió un voto de confianza. Y como son las vueltas de la vida, muchos años después Eugenio terminó siendo inversor de Bankingly, una spin-off de Infocorp. 

Entonces, los inicios tuvieron que ver con un conjunto de situaciones casuísticas y probablemente un par de componentes que me parece que sí estuvieron: insistencia y persistencia. Una insistencia muy importante y algo que comenzó con el ADN de Infocorp y se mantiene hasta el día de hoy que es “querer hacer las cosas bien”. Todo lo hicimos desde el comienzo  genuinamente con honestidad, con ganas, con calidad, con profesionalismo, desde la inexperiencia que teníamos por ser dos gurises jóvenes, pero intentando siempre dar lo mejor. 

P: ¿Y cómo fue que te acercaste al tema de la tecnología, de la computación? ¿Sólo porque tu hermano tenía esa empresa? 

G: Los comienzos tienen que ver con el bazar de mis padres. Un bazar pequeño donde en un momento empezó a haber electrodomésticos. Aparte de venderse vasos, tazas y platitos, en un momento por suerte, llegó el grabador, el walkman, llegó algo que se enchufaba y tenía pilas. Y andar dentro del bazar era un poco como un juego para mí. Cuando llegó el primer aparatito que vos prendías y salía voz por él, tanto mi hermano como yo dijimos “acá hay algo que nos copa”. 

Mi hermano se inclinó hacia el lado de poner música y hacer un baile… alguien que está más del lado del efecto que produce el aparato, lo que genera afuera y yo sin darme cuenta fui al corazón del aparato y lo abrí y me interesó entender hacia adentro. Mirar el aparatito, transistores, resistencia, corrientes hacer chispas, romper. Y esa curiosidad que tenía, me llevó a abrir los aparatos y después a querer cerrarlos. Y no siempre cerraban, no siempre las piezas volvían a quedar en su lugar y ahí fue que mi padre me dijo “vas a tener que ir a aprender electrónica”.

Yo nunca fui de los títulos, a mí no me importaba tanto el título, me importó meterme en las clases. Y aprendí rápido algunas cosas de electrónica que me permitieron a los diecisiete años conseguir mi primer trabajo pago, formal. Iba a una empresa que hacía generadores de energía, armaba transformadores, armaba plaquetitas, soldaba cosas y ese fue mi acercamiento hacia el  mundo de las computadoras desde adentro.

Después, cuando conocí a Andrés Rosano que es Ingeniero en Sistemas, empecé acercarme a la computación, como lo que producía la computadora. Y después, por necesidad fui profesor de Excel. Había aprendido a usar Excel para llevar mis cuentas personales para llegar a final de mes. Cuando nace Infocorp, Andrés se dedicaba a dar clases de Windows y de Word, y yo me dedicaba a dar cursos de Excel. 

P: ¿Conservas algún walkman, algún grabador de esa época? 

G: Si, sí.  De hecho tengo un pequeño baúl donde tengo la primera plaqueta que armé del primer regulador de voltaje que era algo tecnológico. También  tengo el primer walkman, la primera computadora, el primer iPhone.  Tengo esas cosas físicas que son como mi museo de la evolución.

P: Tendríamos que hacer en las oficinas de Infocorp ese museo. 

G: Sí. Tocás como un punto sensible. Me encantaría que algún día se haga.  Cuando hicimos las oficinas nuevas lo pensé,  lo tuve hasta casi diseñado, y después la vida nos llevó a dedicarle tiempo a otras cosas y eso quedó relegado. Pero me encantaría porque quiero conservar la esencia y creo fundamental siempre  recordar de dónde venimos. También está la posibilidad de hacer un libro, porque hay historias que vale la pena que se transmitan.

P: Empezaste una empresa casi por casualidad y en un momento pasaste a dirigir un grupo de 200 personas.  ¿Cuándo te empezaste a sentir empresario? ¿Y cómo lograste generar la cultura de la  organización?

G: Yo probablemente como empresario nunca me sentí. La palabra emprendedor la compré después que nació Endeavor y tengo un poco más de empatía con ella. Aunque también soy muy cuidadoso porque honestamente creo que emprendedores somos todos los seres humanos. Al nacer, todos emprendemos la vida y esa actitud emprendedora, que hoy de repente está como muy destacada en quienes hicimos un negocio, en quienes hemos tenido “éxito” y me parece que es apropiarnos de una palabra que le pertenece a  toda la humanidad. Sería como apropiarse de las palabras felicidad o empatía. Sí es cierto que tengo mucho empuje innato. Y también capacidad de convencer, vender, entusiasmar, motivar, escuchar, solucionar, arreglar… un montón de cosas que de repente quien lidera algo tiene que combinar. Desde el comienzo yo asumí el rol de mirar globalmente el negocio, los problemas, analizar  cómo se tuneaban las perillas en las “n” dimensiones que tiene una organización para hacer que algo suceda. 

P: ¿Fuiste un buen jefe?

G: Eso lo tiene que decir la gente, jaja. Pero tengo claridad de que la gente percibía que yo era una persona extremadamente exigente. Aunque de esa manera muchos sienten que aprendieron mucho o pudieron lograr cosas que antes no se imaginaban que pudieran hacer. 

P: ¿Qué errores cometiste?

G: Fui  un experto en cometer el error del Principio de Peter. Eso lo aprendí con el tiempo en la universidad. Tiene que ver con agarrar alguien, que de repente es bueno para una determinada tarea y llevarlo a crecer rápido, y darle mucho impulso para que sea cada vez mejor y darle oportunidades y darle desafíos hasta transformarlo en algo totalmente “malo”, en este nuevo desafío final. Yo de repente agarraba al cadete que era  muy bueno y feliz haciendo de cadete, y darle la oportunidad de ser  vendedor y después jefe de ventas y lo transformaba en alguien que tanto él como yo sufríamos. 

Yo creo que por una autoexigencia muy grande que tengo y que tuve conmigo, de sí sentir que tengo que ir capacitando, flexibilizando, creciendo y moldeándome a la velocidad de que la empresa lo iba necesitando, sentía que todo el resto lo tenía que hacer. Y eso terminó siendo por un lado, algo positivo, que es que mucha gente, que a veces  por el tipo de educación que tenemos en Uruguay, se cree menos, descubrió que tenía un talento buenísimo. Pero también hay otros que lo sufrieron. 

Por suerte ese liderazgo por distintas vueltas de la vida, fue dando un vuelco más humanista. Aprendí  de mí y de los demás y eso se fue notando en mi forma de dirigir. 

P: ¿Qué le dirías a jóvenes que son talentosos y  quieren emprender? ¿Pueden dentro de una empresa como Infocorp emprender, crecer y desarrollar su máximo potencial?

G: Yo creo que hoy en Infocorp están dadas todas las condiciones para que cualquier persona, que quiera desarrollar su potencial en todas sus formas, no solo técnicas, sino humanas y en todas las dimensiones, incluyendo las económicas y las de realización personal, pueda lograrlo. 

Infocorp tiene todas las posibilidades y sabores para brindar la libertad que cada persona quiera asumir. Si una persona tiene un conocimiento técnico y desea dedicarse a ese conocimiento técnico cada vez con más pericia, con más profundidad y no tienen necesidad ni ambición de querer iniciar  su propio emprendiendo, va a encontrar la oportunidad de hacerlo en un equipo donde su talento va a ser una clave fundamental para que vea que el resto brilla y para que se produzca magia en la suma de las partes. 

También hay  gente que por la etapa de la vida en que se encuentra necesita más tiempo personal, más tiempo con la familia, y también lo va a tener. Creo que también hay un lugar para ese momento y que todos podemos necesitarlo, de mucha más consciencia con uno mismo, de “cómo” hace el trabajo más que “qué” hace.

Y creo que están dados los ejemplos, casos reales de personas que han querido evolucionar y que en un momento determinado podían estar enfrentados a esa decisión de “me tengo que ir para poner mi negocio” y pudieron hacerlo sin tener que dejar su trabajo y exponerse cien por ciento al riesgo que tiene emprende. 

Creo que hay sabores de todo tipo, color y tamaño para que eso pueda suceder. Y en el medio hay un montón de grises que son muy interesantes, digamos. Porque las personas somos dinámicas. Creo que hoy están dadas las condiciones para que todos puedan sentir que pueden realizarse como seres humanos, como profesionales y económicamente en la empresa.

P: ¿Cómo te sentís hoy, luego de vender la empresa a CSI?

Feliz y aliviado, ¡duermo más tranquilo! Siento que se cerró un ciclo y si bien participo en el board de varias empresas también estoy pensando en varios proyectos personales que me gustaría que vean la luz.